Felicidad de los mexicanos, 1

Luis Miguel Rionda

Luego de las últimas cavilaciones escritas que he venido compartiendo con los distraídos lectores, he percibido que mi ánimo ha tendido al pesimismo. Y no quiero caer en el desánimo resultante. Sin duda nuestro país y nuestras regiones atraviesan por uno de los periodos más difíciles de las últimas décadas —tal vez cuatro o cinco, lo puedo sostener por cuestiones de edad—, pero eso no debe reflejarse en el estado de ánimo general. Me decidí entonces a poner en la balanza lo que considero positivo de nuestros tiempos en un país que sigue siendo extraordinario, en todos los sentidos. Por ello, dedicaré un par de contribuciones a analizar qué tan felices podemos ser los mexicanos —desde nuestra apreciación subjetiva— en estos tiempos de violencia y crisis social.

Estoy convencido de que, a pesar de todo, los mexicanos somos un pueblo aceptablemente feliz. Y no lo digo por las abundantes encuestas globales sobre la felicidad que ubican a nuestro país en una buena posición en general, sino porque cualquier extranjero percibe un ambiente actitudinal cálido entre los mexicanos, en particular la gente de campo y del trópico.

El INEGI comenzó a medir las percepciones de bienestar y felicidad en nuestro país desde 2012, cuando levantó una encuesta piloto denominada Módulo de Bienestar Autoreportado (ENBIARE; https://t.ly/NqON) con base en recomendaciones de la OCDE para captar estadísticamente el denominado “bienestar subjetivo”. Los resultados fueron muy sugerentes: un 56.5% de los encuestados se declaró “feliz” con base en una serie de indicadores subjetivos; otro 33% se declaró “moderadamente feliz”, para sumar un total de 89.5% de mexicanos felices. En contraste, un 7.4% se consideró “poco feliz” y 3.11% francamente “no feliz”. Un 10.51% de desdichados. En general, el estado anímico era de bueno a muy bueno. Me llamó la atención que un 60% de los jóvenes de 18 a 29 años se consideró “feliz”.

La ENBIARE se volvió a levantar, ajustada y mejorada, en 2021 (https://rb.gy/3oiq9g). De inicio destaca que la solidaridad grupal sigue siendo altamente valorada por un 69.2% de los encuestados, que consideró que siempre contará con el apoyo de su grupo familiar o de amistad. Del módulo sobre salud mental se concluye que un 84.6% no padece síntomas de depresión (tristeza, cansancio crónico, poca concentración…). Del 15.4% restante, llama la atención que las mujeres tienden más a la depresión, pues su promedio se ubica en 19.5%, mientras que el de los hombres muestra un 10.7%. No sorprende: sobre los hombros de las mujeres recae la mayor cantidad de responsabilidades en la familia y en los grupos.

Por entidades federativas, los estados que registraron menor índice depresivo son Quintana Roo (11.5%), Sonora (11.7%), Nuevo León (12.3%), EdoMex (12.5%) y CDMX (12.5%). Y los que tienen mayor porcentaje son Guerrero (20.7%), Tabasco (20.6%), Durango (19.9%), Zacatecas (19.6%), Michoacán (19.6%), Oaxaca (18%) y Guanajuato (17.6%). Cada uno puede sacar sus conclusiones.

La percepción de felicidad fue sustituida por el “balance anímico”, que se construye con una escala de 1 a 10 que va desde “buen humor” (1) hasta “triste o deprimido” (10) a lo largo del día. El gran promedio dio como resultado un preocupante 5.07. Ni alegres ni tristes. Yo diría mortificados. Algo está pasando, sin duda.

Seguiremos razonando datos la próxima semana…

Por Juan Ma J

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