José Eduardo Vidaurri Aréchiga

Cronista del municipio de Guanajuato

El origen de la idea de salud pública en la edad moderna lo ubicamos en la gran revolución de las ideas que se vivió entre el siglo XVIII y XIX cuando surgen los hospitales seculares, sin embargo, sus raíces están en los inicios de la Edad Media cuando los eclesiásticos y algunos particulares ejercieron de manera activa la caridad como un medio para ayudar al necesitado a alcanzar la salvación.

Propongo en las siguientes líneas una reflexión, sin ostentación, sobre el proceso histórico de las instituciones hospitalarias desde sus cimientos cristianos hasta la fundación, en Guanajuato, de los primeros hospitales, todo ello inspirado en la magistral obra de Josefina Muriel “Hospitales de la Nueva España”.

La caridad se define, en el diccionario enciclopédico de la fe católica traducido por Pedro Zuloaga y Carlos Palomar, como la virtud infusa que nos hace amar a Dios sobre todas las cosas, por sí mismo, y amar por Dios a todos aquellos a quienes Él ha otorgado su amistad o a quienes se las ofrece. Fue la caridad la virtud que impulsó el desarrollo de las actividades hospitalarias, obras caritativas como el cuidado de los pobres o afligidos, haciendo las veces de asilos, también las obras de beneficencia para ancianos, peregrinos, expósitos, huérfanos y, por supuesto, enfermos. Estas actividades estaban regularmente, aunque no exclusivamente, bajo el control eclesiástico, de tal forma que a los religiosos hombres y mujeres que las hacían se les llamaba hospitalarios.

Inspirados en las palabras de Cristo se consolidó, en los inicios de la Edad Media, una filosofía de la vida en donde el amor expresado a través de obras sería la herramienta para alcanzar la salvación. Debemos considerar que para los cristianos la práctica de la caridad, a través de obras concretas, abría la posibilidad de ocupar un lugar especial en la vida eterna cerca de Dios.

La Edad Media fue complicada para las sociedades europeas en materia de salud. La peste estuvo presente en Europa desde la época del emperador Justiniano en los siglos VI-VII. La Peste Negra apareció en 1348 como una enfermedad que se propagó con rapidez por toda Europa con brotes frecuentes que se prolongaron hasta el siglo XVIII. La peste sembró el terror en las poblaciones y promovió la expansión de la labor hospitalaria a través de órdenes religiosas.

El triunfo de la muerte. Pieter Bruegel el Viejo. 1562-1563.

Imaginemos los pueblos, villas y ciudades medievales durante la peste, espacios lúgubres en donde ardían fogatas en las que se quemaban hierbas que con sus aromas “acabarían” con el mal, el tañer incesante de las campanas llamando a duelo y las interminables filas de entierros en los camposantos o en las fosas comunes. No fue casual que surgieran devociones a santos que tuviesen alguna relación con la peste como San Roque, San Sebastián, San Prudencio, San Eloy o San Nicolás de Tolentino.

La Lepra, la disentería, la gripe y el sarampión fueron otras de las enfermedades que ocasionaron severos problemas sanitarios durante la Edad Media, todas las enfermedades afectaban sin distinción a pobres y ricos, las miasmas eran en el imaginario medieval el principal vehículo de transmisión de los males.

Curación del leproso. Maestro de Tahull. S. XII.

Museo Nacional de Arte de Cataluña. Barcelona.

Desde entonces en los hospitales los enfermos eran atendidos por médicos, cirujanos y enfermeras, aunque era común también que mucha gente acudiera a la religión, la brujería, el fetichismo y hasta la astrología para encontrar una “cura” a su enfermedad. La labor hospitalaria se expandió a lo largo y ancho de Europa y, naturalmente, cuando se produjo el descubrimiento, la conquista y la colonización de los territorios americanos los hospitales llegaron a nuestro continente.

Los hospitales comenzaron a fundarse en América cuando aparecieron circunstancias similares a las que se habían vivido en Europa. Las enfermedades que los conquistadores trajeron al Nuevo Mundo y que tuvieron efectos catastróficos sobre la población nativa que se vió reducida drásticamente por su elevada mortalidad. Las consecuencias físicas de las nuevas formas de trabajo a la que fueron sometidos los indígenas, las condiciones de miseria de la población y los abusos de los conquistadores se reflejaron en una atmósfera donde prevaleció la enfermedad y la muerte.

No había entonces albergues ni instituciones dedicadas a socorrer, por caridad, a los indígenas ni a los españoles, no había nada en materia de auxilios ni materiales ni espirituales, por ello la vieja idea de la caridad cristiana revivió, a través de los hospitales, con mucha fuerza en América.

 

En la Nueva España dos personajes impulsaron de manera decidida la fundación de hospitales, Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la diócesis de México y comprometido con la protección de los indígenas, el otro personaje fue Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, conocido entre los indígenas como Tata Vasco.

No es casual que los primeros hospitales de México tuvieran semejanzas con los hospitales medievales, el Hospital de la Concepción de Nuestra Señora, conocido como hospital de Jesús, fue fundado por Hernán Cortés entre 1523 y 1524. Cortés fundó también el Hospital de San Lázaro para leprosos.

En el territorio que actualmente ocupa el estado de Guanajuato se fundaron en el siglo XVI varios hospitales: el Real de Naturales en Acámbaro por 1532; el Hospital de la Concepción también en Acámbaro por las mismas fechas, el Hospital de la Concepción de Barahona en Salamanca; el Hospital de la Concepción en Irapuato, el Hospital de la Concepción en Yuriria.

En el naciente Real de Minas de Santa Fe de Guanajuato se fundaron: El Hospital de Indios Mexicanos, el Hospital de Indios Mazahuas, el Hospital de Indios Otomíes y, el Hospital de Indios Tarascos. Así fue el trayecto de las instituciones hospitalarias de inspiración cristiana desde sus orígenes hasta llegar a nuestro Guanajuato.

El Hospital de Indios Mexicanos se construyó en un solar que donó generosamente la Sra. María Aguirre, luego sirvió de capilla al Colegio de la Santísima Trinidad y en la época actual es el Salón del Consejo General de la Universidad de Guanajuato.

El Hospital de Indios Tarascos se construyó entre 1560 y 1565, y fue sede de la primera parroquia, la de Santa Fe de Guanajuato que fue erigida en 1585. La información sobre esos primeros hospitales de Guanajuato es realmente escasa.

Por Juan Ma J