José Eduardo Vidaurri Aréchiga
Cronista municipal de Guanajuato
Durante los años de 1886 y 1887 la población de Guanajuato experimentó los efectos de una terrible sequía que provocó que las presas que abastecían del vital líquido quedaran completamente vacías.
Ante tan crítica situación el gobernador de la entidad Manuel González ordenó que se hiciera una exhaustiva investigación para identificar fuentes de abasto de agua para Guanajuato.
En la exploración de posibles yacimientos se pensó en conducir agua desde alguna comunidad de Dolores Hidalgo, aunque todo eso quedó en proyecto porque se identificó el potencial de la Cañada de la Esperanza para captar agua. La principal ventaja que ofrecía era su cercanía a la capital de la entidad, de tal forma que muy pronto se realizaron los estudios de análisis del terreno y de las vertientes que podrían abastecer una nueva presa.
Luego de verificar la viabilidad del proyecto se comenzó el proceso para la adquisición de los predios necesarios para la construcción de la presa en donde convergían las aguas conducidas por los arroyos de Santa Ana, Esperanza y Melchores. De igual forma se gestionaron los permisos para poder utilizar los terrenos por donde se conduciría la tubería.
Las obras comenzaron formalmente el 5 de mayo de 1887 en el marco de la conmemoración del triunfo del ejército mexicano sobre las tropas francesas en Puebla en aquel 1862.
El arranque de la construcción consistió en una ceremonia en la que se detonaron los primeros barrenos ante la curiosa mirada de miles de guanajuatenses que se desplazaron hasta esa zona para presenciar con entusiasmo el arranque de la presa de la Esperanza que inicialmente se le denominó Presa Manuel González.
Las estimaciones del costo de la obra fueron realizadas por los ingenieros Ignacio Rocha y Ponciano Aguilar siendo este último el autor del proyecto y los planos y las respectivas obras que requería el río de Esperanza y el túnel para comunicarlo con la cañada denominada de Españita.
La proyección del ingeniero Ponciano Aguilar sugería que la obra se desarrollara considerando el tiempo necesario para garantizar la solidez de la cortina por lo que debería pensarse en, al menos, tres años de trabajos. También se resaltó la importancia del túnel Glennie para conducir las aguas del río de Esperanza hasta las haciendas de beneficio que se localizaban desde la Cata hasta Marfil.
La dirección de la obra fue entregada por el gobierno del Estado al ingeniero Ponciano Aguilar, mientras que el responsable de algunos de los trabajos materiales estuvo bajo la responsabilidad del coronel Leopoldo Laborde.
En los trabajos de la construcción de la presa de La Esperanza participaron obreros pagados, presos de delitos menores, soldados de las fuerzas de Seguridad Pública del Estado, diversas organizaciones gremiales y personas voluntarias de la sociedad civil. Como en todos los tiempos hubo también críticas severas a la construcción de la presa, particularmente por tratarse de una obra de grandes dimensiones a la que se le atribuía beneficiaría solamente a la capital del Estado.
La obra hacia 1891 estaba ya muy avanzada y se hacía la compra de las compuertas y tubería especial en Inglaterra. En abril de 1893 consignó Crispín Espinoza la Presa Manuel González fue terminada, aunque continuaban las obras de colocación de la tubería que conduciría el agua hasta la ciudad. Refiere también que el Ayuntamiento de Guanajuato contribuyó con $50,000 para la adquisición de compuertas y tubería.
La presa había sido concebida desde hacía mucho tiempo por el ingeniero Francisco Glennie aunque el impulso, los estudios, proyección y ejecución se hicieron durante la administración del gobernador Manuel González bajo la dirección del ingeniero Ponciano Aguilar como ya hemos referido. La presa vino a generar tranquilidad a la población de Guanajuato ante los recurrentes periodos de escasez del vital líquido.
La Presa de la Esperanza vino a complementar el abasto que proporcionaban la presa de la Olla y la de San Renovato y, destaca por la elegante estructura y materiales con que fue construida.
La Presa de la Esperanza y el filtro tinaco de San Antonio fueron inaugurados el 16 de septiembre de 1894 por el gobernador Joaquín Obregón González acompañado de las señoritas María Fernández, Ángela Palacios, Josefina Glennie, Virginia Chico, Concepción Orozco y Sara Reynoso. Se dispuso para el traslado de la población a la celebración, de 530 burros que trasladaban gratis a quien lo solicitara.
La presa de La Esperanza y las obras accesorias que incluyeron el Tinaco de San Antonio, el Tinado del Venado, 125 hidrantes y tubería tuvieron un costo total de $363,728.94.