sáb. Jun 10th, 2023

*Depositan ofrenda floral en el panteón Santa Paula

Fotos: Eduardo Vidaurri Aréchiga

Hoy fueron recordados los mineros caídos quienes son reconocidos como los mártires del 22 de abril por la sociedad y las organizaciones defensoras de los derechos laborales.

Mediante una misa que se celebró en la Basílica Colegiata de Guanajuato, el gremio minero de la localidad comenzó con este evento anual que termina con la ceremonia en honor de los mineros caídos un 22 de abril de 1937, en el panteón Santa Paula donde se encuentran sus restos.

En una colaboración que compartió el cronista de la ciudad de Guanajuato, Eduardo Vidaurri Aréchiga a este medio de comunicación, señala que al comenzar el siglo XX la minería de Guanajuato se encontraba en una situación relativamente favorable debido a las inversiones que las compañías norteamericanas habían hecho en el ramo.

A lo anterior se sumaba el hecho de que la introducción de energía eléctrica, también por compañías norteamericanas, había favorecido un buen nivel de desarrollo en el campo y en la minería.

El nivel de vida de la población había mejorado un poco, se introdujeron nuevas técnicas en la extracción de los minerales, aunque de manera contrastante se redujo el número de empleos debido a la introducción de nuevas maquinarias, también disminuyó notablemente el uso de animales de tiro y carga y, en consecuencia, se incrementó el desempleo en el sector minero.

La inversión en la industria minera era primordialmente norteamericana y era común que éstas no se sujetaran a la regulación de las leyes mexicanas, sino que seguían sus propias normativas, refiere el historiador guanajuatense.

Vinieron, desde el 1910, año en que inició la última gran revolución, múltiples trastornos políticos y económicos con los funestos resultados que deja una lucha entre hermanos tan prolongada.

Al finalizar la revolución la minería guanajuatense vivió una etapa de profundo estancamiento, de hambre y desesperanza.

El trabajo en la minería se comenzó a reactivar en la década de los veintes, pero era escaso y mal pagado, las prolongadas jornadas no cubrían el trabajo extra ni se tenían prestaciones de salud y retiro, los trabajadores de las minas estaban absolutamente desamparados y padecían con frecuencia enfermedades como la silicosis que les robaban la vida, o bien padecían trágicos accidentes por las nulas condiciones de seguridad en que laboraban, solo cuando un trabajador moría se le dotaba por parte de las compañías, y de mala gana, la caja mortuoria. 

La crisis económica mundial de 1929 vino a recrudecer aún más la situación. La producción minera se vino a la baja, el valor de la plata se depreció y los trabajadores de la mina parecían haber quedado al olvido, menciona el cronista de la capital del estado.

Nuestro pueblo guanajuatense minero desesperado y con hambredecidieron organizarse, en noviembre de 1935 se declararon en huelga y a fines de ese año y principios de 1936, iniciaron una marcha hasta la Ciudad de México denominada “caravana del hambre”.

Más de mil 200 trabajadores mineros de Guanajuato pedían la celebración de un contrato colectivo de trabajo y el respeto a las garantías que establecía la Constitución de 1917, sin embargo, no fueron escuchados.

De ellos poco más de 700 se fueron a la marcha y el resto se quedó a custodiar las minas. La marcha que se distinguía por que llevaban sus vestimentas de trabajo y sus cascos de minero fue notable y despertó la atención de la nación.

Los mineros de Guanajuato seguían, en 1937, en la búsqueda de conformar una asociación sindical que velara por sus derechos y los de sus familias, de tal forma que el día 22 de abril de 1937, un grupo de líderes sindicalistas conformado por Juan Anguiano, Reynaldo Ordaz, Antonio Vargas, Luis Fonseca, Simón Soto y Antonio García, regresaba de la mina “El Cubo” a Guanajuato, pero fueron cobardemente asesinados por órdenes de quienes tenían interés en aniquilar la naciente semilla del sindicalismo minero que buscaba defender los derechos y la dignidad del pueblo minero guanajuatense y sus familias. Su lucha es un ejemplo de dignidad que debe ser conmemorado, como ocurre cada 22 de abril, manifestó Eduardo Vidaurri Aréchiga, quien agrega finalmente que los obreros representan el orgullo de la comunidad minera guanajuatense y nacional que lucha por sus derechos y por la construcción de una mejor sociedad, más justa y más incluyente.

Por Juan Ma J

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