Lista de año nuevo, 2
Luis Miguel Rionda
Continúo enlistando mis motivos de reflexión por el año que inicia. Mencioné antes la violencia social que no cede, el deterioro del estado de derecho, la regresión autoritaria y la crisis económica por venir.
La quinta de mis preocupaciones es, inevitablemente, el inicio de la segunda gestión presidencial de Donald Trump en los Estados Unidos. Es un mal inicio para un año que ya se anunciaba mal. Ya conocimos el talante inmoderado de este personaje, sus prejuicios políticos y raciales, su desprecio a las formas democráticas, y su soberbia en el trato hacia el resto del mundo, con la única excepción de Rusia.
Para el magnate anaranjado, México no es más que un incómodo traspatio por donde se cuelan migrantes indeseables, todos delincuentes, retardados, drogadictos y holgazanes, por no mencionar el agravante de ser morenos y hablar dialectos del español. Él ya “dobló” antes a los líderes mexicanos, y lo piensa repetir. De nuevo convertirá a las fuerzas armadas mexicanas en parte de su patrulla fronteriza, y nos obligará a replantear en peores términos el T-MEC, si es que no nos expulsan del mismo. Tendremos al peor de los vecinos en el peor de los momentos.
La sexta es el hundimiento de la educación mexicana. No hemos aprendido que la mejor estrategia para el desarrollo social es la formación intensiva de capital humano, como lo hicieron Corea, Singapur, China y la India. El gobierno actual insiste en ideologizar los contenidos educativos y eliminar la formación de saberes y competencias pertinentes. La pomposamente llamada Nueva Escuela Mexicana ha alterado los planes de estudio para convertirlos, en palabras del pedagogo Gilberto Guevara Niebla, en “una prédica plagada de inconsistencias, oscuridades, enigmas y contradicciones, producto de la arbitrariedad en el uso del lenguaje y –yo agregaría— de los tropiezos propios de ciertas mentes crípticas. Hay un rechazo sistemático a las reglas, a los valores y a las leyes, de tal modo que la narración se hace desde un contexto vacío de normatividad.” (“La NEM entre líneas”, https://t.ly/USk7v).
No hay interés en el desarrollo de la persona como individuo informado, crítico, participativo, asociativo y demandante. Se apuesta a la llamada “comunidad”, una entelequia colectivista, diversificada al extremo, pretendidamente revolucionaria y románticamente utópica. Olvidémonos ya de los saberes científicos; ahora lo que priva es la sabiduría arcana de los pueblos del neolítico prehispánico.
De nada sirve la lectura de comprensión, la aritmética aplicada, la lógica cartesiana, el escepticismo como método. Las ciencias de la naturaleza y de la sociedad pierden terreno ante la emergencia del dogmatismo, la ideología, el apriorismo y el esoterismo. No es de extrañar la escasez de medicamentos y la crisis del sistema de salud, si el propio gobierno promueve los conocimientos “alternativos” basados en la fe y las buenas vibras.
Seguiremos enumerando la próxima semana…