*Recuerda el asesinato de ocho jóvenes de la Diócesis de Irapuato
Finalizó la Asamblea Plenaria de la CEM.
Durante la CXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado de México “La Familia y Paz: vocación y camino del evangelio”, fue emitido un mensaje en la conclusión de la misma y resalta la preocupación que existe en el país por la violencia que no cesa y se hizo alusión al asesinato de ocho jóvenes y seis heridos pertenecientes al grupo juvenil en la comunidad de San José de Mendoza, de la Diócesis de Irapuato.
Durante el evento los integrantes de la CEM discernieron cuáles son los principales desafíos que enfrenta la iglesia en México con más urgencia respecto a la familia, la reconciliación y la paz.
Dijeron que como pastores tienen presentes los acontecimientos que preocupan a todos: la violencia que no cesa y que impacta directamente en las familias y a los diversos ámbitos de la sociedad, incluyendo la iglesia católica.
Además, recordaron que otro tema que preocupa son las desapariciones forzadas de personas que terminan o en fosas clandestinas o incineradas o en las filas del crimen organizado.
Otros problemas importantes son el alcoholismo y la drogadicción que se extiende hacia las comunidades rurales más alejadas y la reforma judicial.
“Ante un panorama poco alentador, y aprovechando el contexto del año santo jubilar invitamos a todos los miembros del Pueblo de Dios a convertirse en signos de esperanza, comenzando por poner atención a todo lo bueno que hay en el país para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia”, dice textual el documento publicado ayer por la CEM en su página oficial.
Invitaron a seguir construyendo familias sólidas, comunidades reconciliadas, y una sociedad donde la vida tenga valor y la paz sea posible.
Durante la Asamblea Plenaria los participantes se comprometieron, con acciones concretas, promover procesos de acompañamiento, ayuda y formación en favor de las familias, la reconciliación y la paz.
“Hoy más que nunca es urgente sostener y acompañar a las familias, no con discursos abstractos, con cercanía, con políticas públicas que reconozcan su valor fundamental, y comunidades cristianas que las acompañen en sus angustias y desafíos. México sigue siendo un país profundamente lastimado, pero no podemos acostumbrarnos a ese dolor”, refiere el documento firmado por el Obispo de Cuernavaca, y presidente de la Conferencia, Ramón Castro Castro.