José Eduardo Vidaurri Aréchiga
Cronista municipal de Guanajuato
El pasado 25 de enero se celebró, en el museo de sitio del Ex convento Dieguino, un panel para conmemorar los 360 años de la fundación del Convento de San Pedro de Alcántara en Guanajuato. En esa ocasión, la maestra Dolores Elena Álvarez Gasca expuso algunos aspectos de la importancia de la conservación del patrimonio edificado. Habló acerca del concepto de patrimonio y de las diversas taxonomías que existen para su clasificación y estudio; además presentó, mediante múltiples ejemplos, algunas de las problemáticas más recurrentes que se detectan en el ámbito patrimonial y que afectan a los bienes culturales. Igualmente reflexionó entorno de la importancia social del patrimonio como un factor que fortalece la identidad de una sociedad y refrendó el constante exhorto a preservar nuestro legado cultural.
En su turno, el maestro Eloy Juárez Sandoval narró algunos de los retos que enfrentó durante el rescate arqueológico del antiguo convento Dieguino, presentó un contexto histórico del convento y de las razones por las cuales, en el siglo XVIII, fue necesario elevar el nivel de la caja del río y posteriormente cubrir todo con tierra para poder reconstruir, en un nuevo nivel, el templo. Expuso también las diferentes etapas, técnicas y burocráticas, que se requirieron para la habilitación del actual museo Dieguino y diversos aspectos relativos a los procesos de restauración que han ocurrido desde el inicio del rescate arqueológico hasta la época actual, haciendo además un merecido reconocimiento a quienes intervinieron en las distintas etapas en el proyecto.
Mi participación, de acuerdo a lo que establecía la invitación, fue acerca de los antecedentes históricos de la presencia de los franciscanos descalzos y la fundación del convento de Guanajuato. Considero que esa historia está estrechamente vinculada con el proceso de evangelización en la región y a continuación presentaré una reseña de lo expuesto por mi parte, en tan significativo evento para nuestra ciudad.
El proceso de evangelización en la región comenzó en 1525 con la presencia de fray Martín Jesús de la Coruña en el territorio del actual estado de Michoacán, al año siguiente, 1526, un grupo de franciscanos se presentó en Acámbaro donde fundaron el convento de doctrina bajo la advocación de Santa María de Gracia.
En 1550, refieren que el filósofo y evangelizador agustino fray Alonso de la Veracruz bendijo la primera piedra del convento agustino de Yuriria cuya obra fue dirigida por fray Diego de Chávez, responsable también de la creación de la primera gran obra hidráulica del continente, la laguna de Yuriria.
Tempranamente, había comenzado su labor evangelizadora en la región Vasco de Quiroga con la fundación del hospital de Santa Fe de la Laguna en las riberas del lago de Pátzcuaro. Vasco de Quiroga fue también el primer obispo de Michoacán desde 1537 cuando ocurrió su nombramiento, aunque tomó posesión del mismo en 1538, fue él quien impulsó un proceso de evangelización pacífica y humanista además de denunciar los malos tratos a los que eran expuestos los indígenas.
En 1548 se descubrió la primera mina del distrito de Guanajuato, la de San Bernabé, para 1550 se descubrieron la mina de San Juan (de Rayas) y la de Mellado, fue necesario entonces comenzar a traer indígenas de distintos lugares para el laboreo de las minas. Se narra, en las viejas crónicas, que fue Vasco de Quiroga el impulsor de la fundación de hospitales de indios en la geografía guanajuateña con el propósito de evangelizarlos y ofrecerles protección.
En 1554 se fundó la primera capilla regional en Santa Ana, a donde acudía con frecuencia, como refiere la crónica eclesiástica, el agustino fray Diego de Basalenque. En 1555 se fundó la primera capilla del hospital de indio otomíes en Guanajuato. En 1556 se fundó la capilla hospital de indios mexicanos. En 1557 arribó a Guanajuato la venerada imagen de la Virgen María que muy pronto adquirió la advocación de Nuestra Señora de Guanajuato. Entre 1560 y 1565 se edificó el hospital de indios tarascos.
Una primera misión de jesuitas se hizo presente en Guanajuato en 1582; en 1585 se fundó la ayuda de parroquia, en 1598 Juan Calderón se desempeñó como el primer cura.
Al comenzar el siglo XVII se estima que la población de Guanajuato alcanzaba ya los 4000 habitantes. En 1612 el cura Diego Gómez inició con la promoción de Ignacio de Loyola y en 1616 el pueblo de Guanajuato le confirió por voz común el patronato de la población.
El 18 de enero de 1663 llegaron a esta población un pequeño grupo de frailes franciscanos descalzos que se denominaban religiosos de San Diego con el propósito de fundar su convento. Eran presididos por fray Ignacio Paez y, sin mayor contratiempo, se llevó a cabo la fundación ante la presencia de los diputados de minería y comercio, los procuradores del Ayuntamiento Juan de Oñate y Alonso Rodríguez Correas, quienes decididamente apoyaron la solicitud de los religiosos en razón de que no existía ningún convento en Guanajuato y además era evidente que la presencia del clero secular era insuficiente para atender a la población en materia espiritual.
Otra razón más fue la condición indomable y altiva del pueblo que por las más leves causas promovía alborotos y tumultos terribles que ponían en tremendas dificultades a las autoridades, quienes no encontraban los medios para contenerlos. La presencia de los Dieguinos era vista como una alternativa para, a través de la doctrina, reducir esa conducta hostil y para fomentar la tranquilidad.
El obispo de Michoacán fray Marcos Ramírez de Prado otorgó la autorización para la fundación al igual que el virrey Juan de la Cerda, pero ambos pusieron como condición que la referida fundación debería ser autorizada por el rey y que, en caso de no ser positiva la respuesta real, los religiosos de San Diego deberían destruir todo lo construido hasta ese momento.
Inserto a continuación un fragmento del documento que da testimonio de la fundación del convento hace 360 años.
“Entramos en esta Villa y Minas de Guanajuato a fundar este convento con el favor de N.S. Jesucristo.
Llegamos a esta Villa nuestro hermano fray Pedro de Bustamante, definidor actual de esta Santa Provincia de San Diego de Descalzos de N.P.S. Francisco y hoy Ignacio Paez, presidente incápite en esta fundación y nos apeamos en casa de Juan de Ávila Barrientos, vecino, jueves a las tres de la tarde 18 de enero de este año 1663 día de la Cátedra de San Pedro.
Así mismo hallamos en casa del Alférez Mayor Damián Villavicencio, al hermano predicador, fray José Rodríguez, que vino nombrado por predicador y al hermano Juan de Santiago, laico, que de todos cuatro fuimos los primeros fundadores”
Hemos de reconocer entonces que los cuatro fundadores del Convento de San Pedro de Alcántara fueron:
Fray Pedro de Bustamante: Definidor.
Fray Ignacio Páez: Presidente.
Fray José Rodríguez: Predicador.
Hermano Juan de Santiago: Laico.
Pocos días después, el 22 de enero de 1663 se llevó a cabo la posesión del solar y el comienzo de los trabajos para la edificación del convento.
“Y tómese posesión este sitio que llaman los menores, lunes a las cuatro de la mañana a 22 días del dicho mes de enero de 1663, día de San Vicente y Anastasio, en el mismo sitio y puerta donde ha de ser la iglesia, donde se aderezó e hizo una ramada con toda ostentación el señor Alférez Mayor, en ella dijo la primera misa nuestro hermano definidor fray Pedro de Bustamante y nos dio posesión el general Esteban Rosel y Lugo, Alcalde Mayor, ante Pedro Galindo, escribano real.
Siendo Provincial nuestro hermano predicador fray Juan García Bueno”
La resolución real sobre la petición de fundación a la que estaban condicionados por el obispo y el virrey llegó el 13 de octubre de 1664, el fallo fue en sentido negativo y se ordenó de inmediato detener las obras para evitar así una pena económica de $4000.
Se sabe que los religiosos acataron la orden de suspensión de los trabajos, pero decidieron no destruir nada y esperar una nueva oportunidad mediante la petición elevada ahora al nuevo rey Carlos II que, en efecto resultó positiva.
La construcción del templo y del conjunto religioso prosiguió habiendo integrado también la capilla conocida como la tercera orden, la capilla del Señor de Burgos, la capilla de la Purísima y la capilla de San Antonio, en total cinco construcciones a las que habrá que sumar el huerto, el cementerio, y el convento que hoy se puede apreciar parcialmente como producto del rescate arqueológico que referimos al inicio.
En noviembre de 1678 los religiosos enfrentaron un conflicto con una vecina, doña María Obregón viuda de don Jerónimo Fernández, quien había construido algunos cuartos que invadían parte del solar de los dieguinos que estaban construyendo una barda perimetral, detectaron además que lo construido por doña María Obregón afectaba las estaciones del viacrucis a la altura del Calvario. El pleito al parecer no fue tan sencillo ya que escaló hasta la Real Audiencia en donde, finalmente, se resolvió a favor de los religiosos.
Para 1694 se detectó en la bóveda del templo una gran cuarteadura que la atravesaba de extremo a extremo, se temió que el templo fuese a desplomarse, pero se intervino con rapidez y se logró detener el fallo.
En 1772, luego de una inundación, se procedió a realizar una inspección por parte del maestro arquitecto Francisco Bruno Ureña y del alarife Manuel Ventura quienes sugirieron como solución elevar unas doce varas el nivel de la caja del río para evitar futuros percances, la elevación resultaría muy costosa y no se hizo.
El 27 de julio de 1780 Guanajuato padeció una terrible inundación que dejó severos daños al conjunto de edificaciones de los religiosos de San Diego, por lo que el templo debió ser cerrado al culto. Fue necesario entonces atender a las recomendaciones de elevar la caja del río, al menos unas 6 u 8 varas y luego cubrir con tierra hasta el nuevo nivel para proceder a levantar de nuevo el templo.
Esa fue la razón por la cual se sepultó ese conjunto arquitectónico y otras fincas del centro, son en esencia, el fundamento de la legendaria creencia de que existe un Guanajuato enterrado. Ese Guanajuato enterrado está ahí debajo de las actuales edificaciones en la zona y es el museo de sitio Convento Dieguino una pequeña muestra de ese tesoro escondido de aquel Guanajuato del siglo XVII.