José Eduardo Vidaurri Aréchiga
Guanajuato visto por Daniel Thomas Egerton. 1840.
El pasado 15 de abril de 2023 iniciamos un interesante proyecto en beneficio de nuestra sociedad, particularmente de niñas y niños de algunas escuelas primarias de la ciudad con el propósito de poner en valor nuestro patrimonio cultural, buscamos que los pequeños se enamoren de su ciudad, de su historia y de su patrimonio.
El proyecto: Miradas de la infancia al Patrimonio Cultural, surge como una iniciativa del arquitecto Gilberto Piñeda, egresado de la Universidad de Guanajuato y profesor investigador de la Universidad de Baja California, responsable del Centro de Documentación de la Historia Urbana quien, en colaboración con la Unidad de Gestión del Centro Histórico del gobierno municipal de Guanajuato, y de quien esto escribe, estaremos desarrollando las actividades.
Los primeros estudiantes: Alondra, Sofía, Camila, Mariana e Ian, alumnos de 3º, 5º y 6º grado de la escuela primaria estatal Juan B. Diosdado, acudieron acompañados de sus padres y, juntos, caminamos por la zona para efectuar tres paradas (El Potrero, el Tecolote y el Campanero) con el propósito de hacer un ejercicio de apreciación del paisaje urbano histórico a través de fotografías antiguas y el estado actual del mismo de forma directa.
En este primer ejercicio recorrimos juntos un pequeño sector de la ciudad para ir comprendiendo mejor cómo se ha conformado la misma y qué cambios a experimentado ese sector. La identificación y explicación sobre algunos aspectos históricos de los edificios y espacios localizados en la ruta nos permitió presentar un contexto que permitirá a los pequeños estudiantes imaginar el pasado de la histórica ciudad y poder identificar también la transformación del paisaje.
En el siglo XVII la población de Guanajuato se extendía ya desde la zona centro hasta el espacio conocido como la Calle del Ensaye Viejo hacia un extremo y, al arranque, cuesta arriba, del Callejón del Calvario por el otro. Justo en ese punto comenzamos nuestro primer itinerario con los niños que estudian en la escuela primaria Juan B. Diosdado (San Pedro).
Estábamos pues en la calle que actualmente conocemos como la Calle de Sopeña, que mucho tiempo atrás era conocida como como el Camino Real, pero durante la segunda mitad del siglo XVII se avecindó en Guanajuato un hábil comerciante de insumos para la minería que logró, pronto, amasar una buena fortuna que le permitió invertir en la minería, con el fruto de sus utilidades adquirió muchas propiedades en el Camino Real.
Su nombre era Juan de Sopeña de la Herrán (Laherrán), un capitán nacido en el Valle de Sámano, en Cantabria, hijo de Mateo de Sopeña y de Ángela de la Herrán que, además, se desempeñó como regidor del Cabildo y en 1696 fue alcalde Ordinario de la Villa de Guanajuato. Para dimensionar su habilidad en los negocios referiré que, en una época, llegó a ser dueño de la mitad de la mina de Rayas, el dueño de la otra mitad en ese periodo fue Lorenzo Cano Cortés.
Esta pequeña referencia nos sirvió para compartirles a los niños el origen de los nombres de algunas calles como la de Sopeña, la de Alonso o la de Pardo, que corresponden a los apellidos de algunos vecinos principales que lograron impactar con su influencia a la sociedad de su época logrando que los vecinos identificaran las calles con sus apellidos.
A propósito también referimos que Guanajuato, como sabemos, no tuvo una fundación formal o no hemos localizado aún información relativa a ese acontecimiento, pero si sabemos que en el año de 1679, por provisión de fray Payo Enríquez de Ribera Arzobispo de México y virrey de la Nueva España, fue elevado al rango de Villa, debiéndosele denominar en adelante Villa de Santa Fe del Real de Minas de Guanajuato; según quedó asentado en la crónica de la Santa Provincia de San Diego en México, escrita por fray Balthasar de Medina.
La mancha urbana de la Villa se expandió a partir del siglo XVIII, para el caso de este itinerario, hacia la zona oriente, es decir rumbo arriba por la actual calle Manuel Doblado y la zona del Campanero con los respectivos callejones y plazas que se localizan en el área.
El callejón del Calvario fue nuestro punto de arranque, es uno de los callejones más antiguos de la ciudad que conduce al cerro de San Miguel donde antes estuvo localizada la famosa Cruz del Humilladero y el solar donde se resolvían los duelos para salvar el honor de los caballeros de antaño. Hoy en ese cerro se puede apreciar el monumento al Pípila y desde ahí una extraordinaria imagen de nuestra excepcional ciudad. El callejón se llama así porque era el lugar por donde los penitentes subían haciendo el Calvario para cumplir las estaciones hasta llegar a la Santa Cruz.
Luego de apreciar la fachada de la magnífica casona que alberga actualmente al Museo Iconográfico del Quijote y que en su momento fuera residencia del gobernador Manuel Doblado, nos internamos a la zona del Potrero que se caracteriza por ser una cuesta de pendiente ligera y de regular longitud que comunica por el Callejón de Corazones y el de Dolores hacia la subida al Pípila, más al fondo el callejón del Caracol nos permitirá comunicarnos a la cuesta o Calzada del Tecolote. El barrio luce limpio y bien cuidado en la época actual.
El nombre del Potrero nos dio motivo para explicar la importancia que durante siglos tuvieron los arrieros, las mulas, los burros, las yeguas y los caballos para la adecuada operación de las actividades productivas en Guanajuato. Toda la mercadería era trasladada en el lomo de estas bestias que recorrían las veredas o bien en carruajes que eran tirados por animales del mismo tipo.
Miles de mulas se requerían para el trabajo cotidiano de la minería en Guanajuato, para cargar agua, leña, sal, madera, mineral, comida o cualquier tipo de elementos útiles para el trabajo, para mover los molinos de minerales o las tahonas, para transportar personas y cuanto uso podamos imaginar. Cosa común fue en tiempos de antaño el tráfico de los arrieros con sus hatajos de mulas, fue el único sistema de transportación hasta que comenzaron a usarse los ferrocarriles.
No tenemos certeza del origen del nombre del callejón del Potrero, quizá hubo uno o varios ubicados en la zona o quizá en algún tiempo los solares funcionaron como una dehesa para el descanso de los animales domésticos de carga. La zona sigue conservando muchos elementos de antaño y fue ahí donde se hizo el primer ejercicio de apreciación del paisaje por parte de los niños.
Retomamos nuestro camino saliendo del Potrero y apreciando la singularidad del templo de San Francisco que se levanta donde antes hubo una primitiva capilla dedicada a San Juan el Bautista y donde, en el año de 1741, se determinó la renovación y erección del actual templo de San Francisco.
Los franciscanos de la provincia de los santos apóstoles de Michoacán habían planeado, desde 1665, establecer su presencia en la población, pero los dieguinos que ya estaban aquí (otra rama de los franciscanos) se opusieron a ello. El templo de San Francisco fue administrado por el clero secular hasta 1828.
La estancia de los franciscanos en la ciudad se autorizó en el año de 1792 y ellos llegaron a construir una primitiva capilla que se localizó en donde hoy está el templo de la Santa Casa de Loreto, ellos ocuparon el templo de San Francisco hasta 1828 que les fue entregado por el clero secular.
Continuamos nuestra ruta para haciendo un pequeño alto en la plazuela del Ropero, la arquitectura de las principales casas que la rodean corresponde a finales del siglo XVIII y principios del XIX. La Plazuela del Ropero fue llamada así, cuentan, por su semejanza con el mueble del mismo nombre, trataré de explicar: Tiempo atrás los pequeños establecimiento comerciales, las pulperías, los tendejones, algunos chiringuitos o mercerías eran conocidas popularmente como cajones, todavía es posible apreciar algunos de esos cajones en el frente de la plaza, pues justo por la semejanza que esto tiene con un armario o con un mueble que tiene varios cajones para almacenar cosas el pueblo le comenzó a llamar la plazuela de “El Ropero”.
Durante algún tiempo fue mercado de fierros viejos y de insumos para los hortelanos. El puente del hinojo daba acceso al también llamado antiguamente barrio de “Sal si puedes”, hoy es un puente reconstruido que da acceso al estacionamiento del hinojo y al barrio del mismo nombre.
El espacio de la Plazuela del Ropero es singular, con fincas muy interesantes como esa en donde alguna vez estuvo un negocio de pensión y arrendamiento de caballos, o la casa natal del inmortal Jorge Negrete por referir solo algunos ejemplos.
Seguimos nuestra ruta y caminamos cuesta arriba por la Calzada del Tecolote, la histórica y antigua entrada a Guanajuato a la que se accedía por la parte de arriba en los terrenos de la cuesta de las carreras o el hormiguero. Esa fue la calzada por donde descendió Miguel Hidalgo y Costilla en compañía de Ignacio Allende y poco más de 20,000 insurgentes que ocuparon la ciudad el 28 de septiembre de 1810 luego de la Batalla de Granaditas, la primera de nuestra guerra de Independencia.
En la parte alta de la Calzada del Tecolote hicimos una segunda estación para que los pequeños realizaran el ejercicio de apreciación del paisaje, fue un espacio en donde todos los asistentes pudimos apreciar increíbles vistas de la ciudad, observar la sustitución de los materiales originales de los pisos y las fincas y apreciar el avance de la mancha urbana sobre nuestros cerros. Ya conoceremos las conclusiones en algunos meses.
Al descenso de nuevo para hacer una tercera estación justo en la zona del Campanero, la encrucijada de la bajada del tecolote y el camino hacia la zona oriente de la ciudad. El puente del Campanero fue edificado en el siglo XIX quizá por 1878 para dar acceso a una de las fincas que habían sido afectadas por los rebajes practicados a las casas de la calle del mismo nombre con el propósito de facilitar el tránsito por el lugar. Dos fueron las fincas afectadas, la que ahora tiene acceso por el puente y la del intendente Juan Antonio de Riaño y Bárcena.
En ese punto tomamos como referencia al intendente para explicar algo sobre la zona. El intendente Riaño llegó a Guanajuato a finales de 1791, no tenía casa por lo que se asentó, junto con su familia, en las habitaciones de las Casas Consistoriales o Casa de Gobierno, la actual Presidencia Municipal. Cuando fue propicio el Intendente consiguió un solar en la zona y edificó su casa, eso debió ocurrir casi de forma simultánea a la construcción de la Alhóndiga de Granaditas (entre 1797 y 1809), lo que puede ayudar a definir la antigüedad de las viviendas del área.
En esa tercera estación, los pequeños desarrollaron el ejercicio con el que terminaríamos la sesión, pero aprovechando el entusiasmo los invité a caminar un poco más para poder apreciar el arranque de la magnífica calle Padre Belaunzarán y recordarles algo de su epopeya en favor de nuestra ciudad y sus habitantes aquel año de 1810.
También aproveché para explicarles que ahí está una de las estelas de libertad que marcan el derrotero de los primeros insurgentes, los que descendieron por la cuesta del Tecolote y se acuartelaron en las instalaciones de la hacienda de beneficio de San Pedro, misma que luego fue cuartel de las fuerzas del batallón primer ligero y cuartel de la policía.
Más adelante, una parte de la hacienda o del cuartel fue derribada para construir un conjunto de edificios de departamentos, los condominios del ISSEG que, no hace mucho, fueron también destruidos para dar paso al estacionamiento de San Pedro. Podemos destacar que, por fortuna, aún se conserva el reloj elaborado por el ingenioso José López. A sus pies se localiza también una escultura contemporánea del artista Javier Hernández “Capelo” como un tributo al padre fray José María Belaunzarán que comparte el espacio con una hermosa Jacaranda que nos alegra con tan solo verla.
Lo que queda de esa antigua hacienda de beneficio de San Pedro ha sido aprovechada para establecer ahí la escuela de nuestros pequeños amigos Alondra, Sofía, Camila, Mariana e Ian que nos acompañaron en este primer recorrido.
Esta es una síntesis de algunos de los aspectos que platicamos esa mañana de sábado en la primera acción de este hermoso proyecto.