Debates en Guanajuato

Luis Miguel Rionda Ramírez

En el estado de Guanajuato entramos de lleno al periodo de los debates preelectorales desde el día 14 pasado. Por ser mi residencia, me interesó particularmente el debate del lunes 15 entre las tres y los dos candidatos que contienden por el municipio capital. Todos ellos son personajes bien conocidos en este municipio de 200 mil habitantes. Fue un buen ejercicio, que evidenció las fortalezas y debilidades de los aspirantes.

La coalición Fuerza y Corazón por Guanajuato postula a Samantha Smith, esposa del actual alcalde ­–su principal pasivo—; Morena presenta a Jorge “el pastelero” Medrano, dueño de un canal de telecable local con fuertes cuestionamientos éticos; el partido verde impulsa al abogado litigante Roberto Saucedo, célebre por su combate a los corruptos; el MC a la aguerrida regidora Liliana Preciado, y el PT a la defensora del patrimonio cultural Paloma Robles, también regidora.

La participación de los cinco fue solvente, y fue interesante escuchar el intercambio de críticas y reproches, muy válidos. Por supuesto, era esperable que la candidata puntera Samantha fuese el objetivo principal de las invectivas, pero no fue tanto así: Saucedo evidenció su conflicto personal con el telerepostero y logró sacarlo de equilibro. Al final fue muy evidente que el candidato morenista perdió su aplomo y entró en pánico, a pesar de sus tablas acumuladas en la conducción de su noticiero diario.

Me pareció que los candidatos mejor plantados fueron Paloma Robles y Saucedo Pimentel. Bien preparados y buenos debatientes. El pastelero se mostró temeroso y tembleque, no se preparó y le sobró el tiempo. Lo hizo pedazos Saucedo, en particular cuando le recordó su condición de padre deudor. Samantha fue teatral y artificial, ofreciendo más de lo mismo. La candidata de MC es una regidora solvente, pero la sentí insegura, leyendo textos mal escritos y a veces incomprensibles. Paloma hizo evidente que debió ser la candidata de la coalición morenista; ella le hubiera aportado credibilidad y competitividad.

Las preguntas seleccionadas por el IEEG estuvieron mal expresadas, imprecisas y algunas con información equivocada. Quienes ganaron el debate fueron los moderadores: se lucieron con su buena conducción.

El martes 16 la Coparmex León organizó el primer debate de las tres candidatas que buscan la gubernatura: Libia García, de la coalición Fuerza y Corazón por Guanajuato; Alma Alcaraz, de la coalición Sigamos Haciendo Historia, y Yulma Rocha, del Movimiento Ciudadano. Desgraciadamente la candidata Alcaraz decidió de último momento no asistir al encuentro, alegando que se habían cambiado las condiciones de equidad acordadas. Nunca supimos con detalle a qué cambios se refería.

El debate se desarrolló adecuadamente, con una dinámica que intentó ser innovadora, pero sin lograrlo. Primero se les hizo firmar a las aspirantes un documento compromiso que incluía metas como la de reducir en 50% el índice delictivo al final de su administración. Me pareció un detalle ocioso y vacuo: ¿por qué 50, y no 60, 70..? Una ocurrencia.

Se abordaron tres temas en secuencia: problemática del agua; desarrollo económico, y seguridad. En cada bloque un especialista planteó preguntas a las candidatas; muy amables y descafeinadas por cierto. Jorge Ramírez, expresidente de organismo operador de León, en el tema del agua; la doctora Adriana Martínez de la UNAM en el tema económico, y Francisco Gutiérrez, en seguridad ciudadana.

Las dos debatientes mostraron sus tablas y experiencia parlamentarias: bien informadas, bien asentadas. Naturalmente la ausente se convirtió en el “elefante en la sala” y el objetivo de sus críticas. Además, los moderadores Alejandra Magaña y Toño Rocha no evitaron leer los cuestionamientos dirigidos a Alma, con la cámara apuntando al sitial vacío.

A cada candidata se le planteó una pregunta dicotómica, que debía ser respondida con un sí o un no. Un recurso cuestionable por su extrema simplificación. Tal vez ahí residió la molestia de la morenista, pues la pregunta que le correspondió la hubiese obligado a tomar una posición incómoda ante el gobierno federal.

También se incluyeron preguntas del público presente en la sala, de viva voz y seleccionadas por sorteo. Ninguna interrogante fue insidiosa o disruptiva. Todo suavidad. Los contados puntapiés entre las candidatas no causaron moretones ni sacaron sangrita. Libia y Yulma son dos talentosas políticas, ejemplos de una nueva generación que aprendió los buenos modales del parlamentarismo pluralista. Ninguna experimentó las rudezas del viejo régimen monolítico. Tengo la convicción de que cualquiera de ambas sería una espléndida gobernante. Sin duda, es tiempo de mujeres.

Por Juan Ma J