Guanajuato y el FIC, 1

Luis Miguel Rionda

El pasado jueves 13 se presentó el espléndido libro 50 FIC, conmemorativo del medio siglo de existencia del Festival Internacional Cervantino en Guanajuato. Me sentí muy orgulloso y complacido por participar en ese evento representando a los 13 autores compendiados. Un esfuerzo editorial de notable valía y calidad que impulsó el Instituto Estatal de Cultura, con el apoyo del gobierno del estado de Guanajuato. Comparto aquí, en tres entregas, las palabras que dirigí, con el deseo de contribuir al esfuerzo de memoria colectiva.

Los autores y autoras tenemos perfiles variados, pero todos buscamos analizar una institución que se ha consolidado en el proyecto nacional artístico y cultural, gracias a medio siglo de esfuerzos colectivos federales, estatales y municipales. Miles de protagonistas han desfilado por los escenarios, grandes y pequeños, del FIC, y su impulso ha proyectado fogonazos de civilización hacia públicos crecientes que han tenido contacto, efímero o duradero, con las expresiones clásicas, modernas o alternativas de las artes y los talentos.

Quiero afirmar aquí que un suceso con la magnitud y trascendencia del FIC, uno de los encuentros artísticos y culturales más importantes y longevos del mundo, no es ni fue producto de la casualidad o de la voluntad caprichosa de algún personaje iluminado, dentro o fuera del poder político o económico. Deseo defender la convicción de que el FIC, junto con otros sucesos culturales que se le han unido en estas décadas, es producto de un fenómeno social que merece un estudio cuidadoso, en función de que su matriz y cuna fue una ciudad que sobrevivió a una crisis histórica que puso en riesgo su permanencia y viabilidad como colectivo urbano. Una ciudad que ha gozado de condiciones históricas y culturales que crearon el entorno comunitario favorable para gestar proyectos exitosos que la han convertido hoy en una pequeña metrópoli de las artes escénicas, la música, la plástica, el cine y demás actividades creativas del espíritu humano. En suma, una ciudad que fue salvada de su extinción por la cultura y el arte. No es poca cosa.

La ciudad de Guanajuato es un espacio social privilegiado por su historia económica, política y cultural dentro del contexto de un país periférico y colonizado. La primera dimensión, la histórica, se refiere a sus orígenes a mediados del siglo XVI como un accidental depósito de metales preciosos, en particular de plata, en un entorno montoso y accidentado, cuya única lógica de existencia fue la extracción de ese preciado bien que vinculó tempranamente a esta región con la economía global capitalista que consolidó al continente europeo como el eje del poder mundial.

La segunda dimensión, la política, tuvo que ver con su temprano rol como eje articulador de las relaciones del poder social dentro de una amplia zona geográfica que intermedió entre el centro político colonial, la ciudad de México, con el occidente ¾la Nueva Galicia¾, así como con el lejano y profundo norte de las provincias de “tierra adentro”. La comarca era atravesada por caminos y por flujos humanos que conectaban esas macro regiones.  El acelerado crecimiento del Real de Minas de Santa Fe de Guanajuato, en la serranía de San Gregorio, provocó que se le designase sede de alcaldía mayor a partir de 1574, luego se le dio calidad de villa desde 1679, declarada ciudad desde 1741, y capital de la intendencia provincial desde 1790. A partir de la independencia y la constitución federal de 1824 la ciudad recibió la calidad de capital del estado del mismo nombre, Guanajuato.

Sobre la tercera dimensión, la cultural, habrá que reconocer que esta vocación fue definiéndose despacio, pero que la bonanza económica y demográfica permitió gestar un ambiente intelectual ilustrado desde el siglo XVIII, y que tuvo como incentivo fundamental el arribo de los jesuitas en 1732. La Compañía emprendió una labor educativa muy intensa entre los hijos de las élites criollas de la localidad, que pronto se familiarizaron con las corrientes intelectuales que se expandían en Europa, y que fueron el origen del pensamiento liberal y soberanista.

Continuaré la exposición en mi entrega de la próxima semana…

Por Juan Ma J