*A 361 años de la fundación del Convento Dieguino de San Pedro de Alcántara en Guanajuato 1663-2024

Fue el 27 de julio de 1780 cuando ocurrió una terrible inundación en esta ciudad de Guanajuato, y que provocó que el templo de San Diego, ubicado en el corazón de la capital del estado, tuviera que ser cerrado y posteriormente enterrado, al dejar severos daños al conjunto de edificaciones de los religiosos.

Fue necesario entonces atender las recomendaciones de elevar el nivel de la caja del río que cruzaba el centro de la ciudad, al menos unas seis u ocho varas y luego cubrir con tierra hasta el nuevo nivel para proceder a levantar de nuevo el templo.

Esa fue la razón por la cual se sepultó ese conjunto arquitectónico y otras fincas del centro de la capital del estado.

“Son en esencia, el fundamento de la legendaria creencia que existe un Guanajuato enterrado. Ese Guanajuato enterrado está ahí debajo de las actuales edificaciones en la zona y es el museo de sitio Convento Dieguino una pequeña muestra de ese tesoro escondido de aquel Guanajuato del siglo XVII”, externó el cronista de la ciudad, José Eduardo Vidaurri Aréchiga.

El pasado 25 de enero de 2023 se celebró en el museo de sitio del Ex convento Dieguino, un panel para conmemorar los 360 años de la fundación del Convento de San Pedro de Alcántara en Guanajuato. Este año ya se cumplieron 361 años.

En esa ocasión, la maestra e investigadora de la Universidad de Guanajuato, Dolores Elena Álvarez Gasca expuso algunos aspectos de la importancia de la conservación del patrimonio edificado.

Habló acerca del concepto de patrimonio y de las diversas taxonomías que existen para su clasificación y estudio; además presentó, mediante múltiples ejemplos, algunas de las problemáticas más recurrentes que se detectan en el ámbito patrimonial y que afectan a los bienes culturales. Igualmente reflexionó entorno de la importancia social del patrimonio como un factor que fortalece la identidad de una sociedad y refrendó el constante exhorto a preservar nuestro legado cultural.

En su turno, Eloy Juárez Sandoval narró algunos de los retos que enfrentó durante el rescate arqueológico del antiguo convento Dieguino. Presentó un contexto histórico del convento y las razones por las cuales, en el siglo XVIII, fue necesario elevar el nivel de la caja del río y posteriormente cubrir todo con tierra para poder reconstruir, en un nuevo nivel, el templo.

Expuso también las diferentes etapas, técnicas y burocráticas, que se requirieron para la habilitación del actual museo Dieguino y diversos aspectos relativos a los procesos de restauración que han ocurrido desde el inicio del rescate arqueológico hasta la época actual, haciendo además un merecido reconocimiento a quienes intervinieron en las distintas etapas en el proyecto.

 

Fundación del Convento

José Eduardo Vidaurri Aréchiga, Cronista de la ciudad

En cuanto a los antecedentes históricos de la presencia de los franciscanos descalzos y la fundación del convento de Guanajuato, Vidaurri Aréchiga consideró que esa historia está estrechamente vinculada con el proceso de evangelización en la región.

En 1548 se descubrió la primera mina del distrito de Guanajuato, la de San Bernabé, para 1550 se descubrieron la mina de San Juan (de Rayas) y la de Mellado, fue necesario entonces comenzar a traer indígenas de distintos lugares para el laboreo de las minas. Se narra, en las viejas crónicas, que fue Vasco de Quiroga el impulsor de la fundación de hospitales de indios en la geografía guanajuateña con el propósito de evangelizarlos y ofrecerles protección.

En 1554 se fundó la primera capilla regional en Santa Ana, a donde acudía con frecuencia, como refiere la crónica eclesiástica, el agustino fray Diego de Basalenque. En 1555 se fundó la primera capilla del hospital de indio otomíes en Guanajuato. En 1556 se fundó la capilla hospital de indios mexicanos. En 1557 arribó a Guanajuato la venerada imagen de la Virgen María que muy pronto adquirió la advocación de Nuestra Señora de Guanajuato. Entre 1560 y 1565 se edificó el hospital de indios tarascos.

Al comenzar el siglo XVII se estima que la población de Guanajuato alcanzaba ya los 4 mil habitantes. En 1612 el cura Diego Gómez inició con la promoción de Ignacio de Loyola y en 1616 el pueblo de Guanajuato le confirió por voz común el patronato de la población.

El 18 de enero de 1663 llegaron a esta población un pequeño grupo de frailes franciscanos descalzos que se denominaban religiosos de San Diego con el propósito de fundar su convento.

Eran presididos por fray Ignacio Páez y, sin mayor contratiempo, se llevó a cabo la fundación ante la presencia de los diputados de minería y comercio, los procuradores del Ayuntamiento Juan de Oñate y Alonso Rodríguez Correas, quienes decididamente apoyaron la solicitud de los religiosos en razón de que no existía ningún convento en Guanajuato y además era evidente que la presencia del clero secular era insuficiente para atender a la población en materia espiritual.

Otra razón más fue la condición indomable y altiva del pueblo que por las más leves causas promovía alborotos y tumultos terribles que ponían en tremendas dificultades a las autoridades, quienes no encontraban los medios para contenerlos, narra el historiador capitalino. La presencia de los dieguinos era vista como una alternativa para, a través de la doctrina, reducir esa conducta hostil y para fomentar la tranquilidad.

El obispo de Michoacán fray Marcos Ramírez de Prado otorgó la autorización para la fundación al igual que el virrey Juan de la Cerda, pero ambos pusieron como condición que la referida fundación debería ser autorizada por el rey y que, en caso de no ser positiva la respuesta real, los religiosos de San Diego deberían destruir todo lo construido hasta ese momento.

Los cuatro fundadores del Convento de San Pedro de Alcántara fueron Fray Pedro de Bustamante, Definidor; Fray Ignacio Páez, Presidente; Fray José Rodríguez: Predicador y hermano Juan de Santiago, Laico.

El 22 de enero de 1663 se llevó a cabo la posesión del solar y el comienzo de los trabajos para la edificación del convento.

La resolución real sobre la petición de fundación a la que estaban condicionados por el obispo y el virrey llegó el 13 de octubre de 1664, el fallo fue en sentido negativo y se ordenó de inmediato detener las obras para evitar así una pena económica de $4000.

Se sabe que los religiosos acataron la orden de suspensión de los trabajos, pero decidieron no destruir nada y esperar una nueva oportunidad mediante la petición elevada ahora al nuevo rey Carlos II que, en efecto resultó positiva.

 

En total eran cinco construcciones

 

La construcción del templo y del conjunto religioso prosiguió y, se integró también la capilla conocida como la tercera orden, la capilla del Señor de Burgos, la capilla de la Purísima y la capilla de San Antonio, en total cinco construcciones a las que se sumó el huerto, el cementerio, y el convento que hoy se puede apreciar parcialmente como producto del rescate arqueológico que referimos al inicio, externó el Cronista de la ciudad.

Para 1694 se detectó en la bóveda del templo una gran cuarteadura que la atravesaba de extremo a extremo, se temió que el templo fuese a desplomarse, pero se intervino con rapidez y se logró detener el fallo.

En 1772, luego de una inundación, se procedió a realizar una inspección por parte del arquitecto Francisco Bruno Ureña y del alarife Manuel Ventura quienes sugirieron por primera ocasión, como solución elevar unas doce varas el nivel de la caja del río para evitar futuros percances, la elevación resultaría muy costosa y no se hizo.

El 27 de julio de 1780 Guanajuato padeció una terrible inundación que dejó severos daños al conjunto de edificaciones de los religiosos de San Diego, por lo que el templo debió ser cerrado al culto. Fue necesario entonces atender a las recomendaciones de elevar la caja del río, al menos unas 6 u 8 varas y luego cubrir con tierra hasta el nuevo nivel para proceder a levantar de nuevo el templo.

Esa fue la razón por la cual se sepultó ese conjunto arquitectónico y otras fincas del centro, concluyó José Eduardo Vidaurri Aréchiga.

En la actualidad, este templo de San Diego es bastante visitado, sobre todo durante esta Semana Santa y los fines de semana cuando se ofician las misas en el lugar.

 

Por Juan Ma J