*Principal escenario de la primera gran batalla por la Independencia Nacional
Edificio histórico la Alhóndiga de Granaditas
La Alhóndiga de Granaditas, un gran depósito de cereales, fue el principal escenario de la primera gran batalla por la Independencia Nacional, el 28 de septiembre de 1810. A 213 años de distancia, simboliza la libertad forjada con la participación de miles de guanajuatenses en la lucha insurgente.
“Los españoles hicieron de la Alhóndiga su fortaleza. La batalla comenzó alrededor de la una de la tarde del 28 de septiembre y los primeros disparos ocurrieron en la trinchera colocada en la parte baja de la cuesta de Mendizábal”, refirió el cronista de la ciudad, Eduardo Vidaurri Aréchiga.
Los españoles o realistas le marcaron el alto a un gran contingente de insurgentes que venían armados con palos y lanzas, quienes no se detuvieron por desconocer el lenguaje militar, agregó el historiador guanajuatense.
“Después de eso, todo se descontroló. Los insurgentes llegaban por todos lados: por la cuesta de Mendizábal, por la calle de Galarza, por la de Positos, y muchos estaban en las faldas de los cerros circundantes”, relató.
En los primeros momentos de la batalla, la puerta norte se abrió para dar paso a los realistas que buscaban refugio. Justo en ese instante, una bala se impactó contra la cara del intendente Juan Antonio de Riaño y Bárcena, matándolo de inmediato. La confusión fue mucho mayor y se resistía como se podía.
LA FIGURA DEL PÍPILA
Aquella tarde del 28 de septiembre de 1810, apareció Juan José de los Reyes Martínez Amaro, mejor conocido como “El Pípila”, quien se arrastró como pudo hasta la puerta norte para prenderle fuego. La puerta ardió y eso permitió el paso de la turba insurgente, inclinando el triunfo a favor de los insurgentes.
LA CONSTRUCCIÓN DEL EDIFICIO
De acuerdo con Vidaurri, la imponente Alhóndiga comenzó a construirse en 1798 y fue concluida en 1809, un año antes del estallido del movimiento insurgente.
Ante el constante crecimiento de la población y del comercio a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, las autoridades empezaron a pensar en la construcción de un gran depósito de cereales. Fue una propuesta que el regidor del Ayuntamiento guanajuatense, Pedro González, le hizo al intendente Juan Antonio de Riaño y Bárcena, debido a que Guanajuato ya figuraba como centro generador de riqueza y el abasto de alimentos para cerca de 100 mil habitantes no era cosa fácil.
El proyecto original estuvo a cargo de José Alejandro Durán y Villaseñor, y luego fue modificado por don José del Mazo y Avilés. Después de la Guerra de Independencia, la Alhóndiga fue de nuevo granero, almacén de tabaco, cuartel, cárcel y hacia 1948-49 se convirtió en el museo que hoy conocemos.