*Ante la falta de apoyo presidencial, los campesinos rezan para que llueva
El camino que millones de labradores campesinos imploran, es “pedir al Creador que llueva lo suficiente”. A estas alturas, casi medio mes de junio, las lluvias en la mayor parte de México, son insuficientes para cubrir el ciclo de primavera-verano, tanto en condiciones de temporal, como de riego.
Las presas nacionales están semivacías y, en zonas de temporal, los campesinos empezaron a “sembrar en seco”, en espera de una regular germinación en los próximos días.
La presencia del huracán “Agatha”, solamente dejó desastre en la zona montañosa de Oaxaca y pocas lluvias en los estados circunvecinos. Y como siempre, las regiones más necesitadas de agua para actividades agrícolas en la presente temporada, las más importantes desde la perspectiva de la producción de granos básicos, todas, están muy necesitadas de agua para la agricultura y ganadería.
La Comisión Nacional del Agua, da fe de la poca capacidad de almacenamiento en las presas nacionales, mientras que el 50.4 por ciento del territorio, presenta un alto grado de sequía y temperaturas que rondan los 35 y 40 grados Celsius.
Es notable la escasez de agua en las regiones del noroeste, en estados como Sonora, Sinaloa, Baja California; en el noreste, como Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León; la centro-norte, con Durango, Zacatecas y San Luis Potosí; en la región central, como Jalisco, Michoacán y Guanajuato; en el Golfo de México, con Veracruz, Chiapas, Tabasco, Oaxaca y península de Yucatán, y Valle de México, con estado de México, Puebla y Tlaxcala.
El promedio de almacenamiento de agua en las presas de Sinaloa, donde está en pleno desarrollo el cultivo de maíz en una superficie de más de 500 mil hectáreas, apenas llega al 11.3 por ciento, de acuerdo con informes de la CONAGUA.
Esta dependencia informó también, que en México hay 863 municipios con sequía, de un total de 2,500 a nivel nacional. Otros estados del norte, como Tamaulipas, las presas están a un promedio de 23 por ciento y en Chihuahua, al 25 por ciento.
El campo de nuestro país está condenado a esperar a que termine su periodo esta administración federal, en medio de condiciones de austeridad –primero republicana para convertirse después en pobreza franciscana— a fin de volver a empezar la lucha por la justicia, por mejores precios para sus productos, por la creación de instituciones de apoyo a la organización rural, sanidad, acceso a la tecnología y las ciencias; financiamiento, infraestructura de riego y temporal; maquinaria agrícola y regresar, en muchas regiones del país, “a la tracción animal”.
Se considera absolutamente necesario que el presupuesto federal destinado al desarrollo del campo, se respete cabalmente, tal y como fue planeado, analizado y discutido por los diputados en el Congreso de la Unión, y que el gobierno federal, como ocurre en la actualidad, no lo maneje a su antojo.
Se espera, de igual forma, que las dependencias federales que tienen relación con el desarrollo rural, no desvíen esos recursos para “obras de relumbrón”. En este caso se encuentran las secretarías de Medio Ambiente (en proyectos formales de reforestación), de Economía (en lo relacionado con fomento a las exportaciones), de Comunicaciones y Transportes (en la construcción de caminos y carreteras rurales), en Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, y el apoyo de la Comisión Nacional del Agua y la Comisión Federal de Electricidad.
Se requiere también, que el gobierno deje de realizar experimentos supuestamente para impulsar a los jóvenes del campo, sin una planeación formal, como son los casos de programas como “Sembrando Vida” y “Jóvenes Construyendo el Futuro” que, después de tres años, arrojan un fracaso absoluto.